lunes, 1 de noviembre de 2010

La diabetes afecta al 5% de adultos

La diabetes afecta al 5% de adultos
La enfermedad está asociada a la herencia y es agravada por la obesidad
Redacción Guayaquil






Pacientes del club de diabéticos del Teodoro Maldonado Carbo se ejercitan bajo la dirección del terapista físico Marcelo Rizzo.
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La diabetes afecta al 5% de adultos


José Panchana Lara, de 74 años, reposa en una cama, en la sala de endocrinología del hospital Teodoro Maldonado Carbo de Guayaquil. Cuenta que le picó un bicho y se le hinchó la mano, luego “se me hizo como unas ampollas en el brazo”. En alguien sano la picadura se habría curado espontáneamente, pero él padece diabetes tipo II desde hace 12 años.

En Ecuador, “del 3 al 5% de la población adulta padece del mal”, afirma el Dr. Miguel Pasquel, miembro de la Asociación Americana de Diabetes, y también de la europea. El endocrinólogo añade que la mitad de estos casos “estaría sin diagnosticar”.

Según el Ministerio de Salud Pública, la diabetes es la tercera causa de muerte en el país. “El diabético no controlado se expone a muchas complicaciones”, indica la nutricionista Gladys Nájera de Carvajal, en el área asignada al club de diabéticos del Maldonado Carbo.

La retinopatía diabética, que llega a causar ceguera; la neuropatía diabética, que aumenta el riesgo de úlceras en los pies; la insuficiencia renal y cardiopatías son las principales amenazas que rondan a los diabéticos.

Peligro de amputaciones

Panchana atribuye a un “mal médico” la remoción de cuatro dedos de su pie derecho, unos siete años atrás. “Se me hizo una llaga en un dedo, se me reventó; me pusieron inyecciones, no me hicieron efecto; recurrí al IESS, pero ya fue tarde”.

Los pacientes “pierden cierta sensibilidad en sus extremidades. Les enseñamos cómo asearse, a medir su glucosa”, explica la Lic. Amalia Sipión. Ella es una de las dos enfermeras educadoras que conforman el equipo médico del club, junto con una endocrinóloga, una nutricionista, una psicóloga y un terapista.

“Tienen que revisar diariamente sus pies y su calzado, que debe ser suave, cerrado, cómodo, usar medias limpias sin costura, pues una pequeña lesión o ampolla podría infectarse y llegar a una amputación, algo que se suele ver a diario”, agrega.
Dos, del medio centenar de pacientes reunidos en el club, están en silla de ruedas, con sus piernas amputadas.

El pilar del control de la enfermedad es la nutrición. “Esta enfermedad se da más por herencia que por obesidad, pero ahora que es la epidemia silenciosa debemos disminuir el peso en la población. Por desgracia lo más económico aquí son los hidratos de carbono”, lamenta Nájera.

“El diabético puede consumir casi de todo, pero en menor cantidad, y debe dejar el azúcar, el alcohol, el cigarrillo”, añade. El plan de alimentación que se les da como guía es de 1.500 calorías, repartidas en tres comidas principales y seis colaciones. Carnes sin piel; leche semidescremada; arroz integral; salvado; vegetales; caldo desgrasado, nada frito... figuran en él.

“Lo ideal es que toda la familia coma lo mismo”, afirma la nutricionista. Debido al factor hereditario en la enfermedad, “es fundamental que el paciente conozca cómo se puede prevenir en sus hijos”, indica la endocrinóloga Leonor Torresano de Ronquillo, del equipo.

Además de una dieta saludable, la actividad física regular contribuye a reducir el riesgo de desarrollar el mal, y a su control.

Puede ser controlada

Aunque no es curable “se la puede tener perfectamente controlada, es decir que los valores de glicemia (azúcar) pueden estar dentro de lo normal, entre 70 y 110”, asegura Torresano.

Si usted se ha hecho una prueba de glucosa (azúcar) en sangre sin preparación y el resultado es de 185 o más, o se ha hecho una prueba en ayunas cuyo resultado es de 126 o más, entonces tiene diabetes.

Otros exámenes, como el de la resistencia a la glucosa, pueden determinar un estado prediabético. Según el caso, y tomando medidas correctivas, se puede evitar la diabetes, o retardar años su aparición.

El cambio en el estilo de vida luego del diagnóstico de diabetes golpea a muchos. “He tenido pacientes que guardan como un secreto la enfermedad a familiares, amigos, por temor a no ser invitados, pues saben que deben guardar un régimen alimenticio”, cuenta la psicóloga clínica del club, Rosa Helena Cepeda.

En medio de estados de depresión que describe, admite que “vienen pensamientos suicidas, por ejemplo cuando un paciente está a un paso de una amputación. Algunos lo han intentado”. En estos casos ella trabaja con los familiares para evitar que la intención se consume.

Por casos como estos el programa para diabéticos del hospital, creado hace más de 20 años, privilegia las actividades recreacionales y la interacción grupal.

En la terraza de Maldonado Carbo, el grupo se ejercita bajo las instrucciones de su fornido terapista físico, Marcelo Rizzo.

“Son ejercicios terapéuticos de bajo impacto, pues en ellos hay también enfermedades como artrosis, artritis, y son de la tercera edad”, explica. Las prácticas buscan mejorar la “condición orgánica, cardiovascular del paciente, y sobre todo darle recreación, eso les estimula”, dice al cierre de la sesión.

“Guararé, guararé, guararé, la azúcar me está matando, guararé, guararé, guararé, en un hospital sentado, allí fue que me enteré”, quedan entonando los pacientes en una ronda, tomados de las manos. (ES)

Estrategia nacional
Se promueve más atención
y cambio en estilos de vida


Con más de 180 millones de diabéticos, y previsiones de que esta cifra crecerá a más del doble dentro de las próximas dos décadas, esta enfermedad es una de las mayores amenazas para la salud pública de la población mundial.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) prevé que la prevalencia de la diabetes entre la población adulta alcance un 6,4% para 2030, un 60% más que en 1995.
La magnitud del problema requiere de grandes medidas poblacionales que logren reducir los niveles de obesidad, así como la inactividad física.

En Ecuador no existen cifras oficiales sobre la prevalencia de este padecimiento.
Las que recoge el Ministerio de Salud Pública (MSP) no son representativas, pues se limitan a los ingresos por complicaciones relacionadas con la diabetes, en sus centros de salud.

En el departamento de Estadísticas del Teodoro Maldonado Carbo, por ejemplo, solo llevan registro del número de consultas que atienden los endocrinólogos, no los clasifican por patología.

“La diabetes es la enfermedad más frecuente en endocrinología”, afirma la Dra. Leonor Torresano, quien labora en el hospital.

María Fernanda López, presidenta de la Asociación Ecuatoriana de Diabetes, lamenta que “pese a ser una de las principales causas de muerte en el país (tercera), no tenemos ayuda estatal”.

En el sistema de salud público, la diabetes está clasificada dentro del Grupo de Enfermedades Crónicas no Transmisibles (ECNT), junto con la hipertensión, diabetes, insuficiencia renal, obesidad y dislipemias (alteraciones de los niveles de grasa en la sangre).

El Programa de Enfermedades Crónicas no Transmisibles, del MSP, es el que traza los lineamientos contra este mal. También recae bajo su competencia la prevención de los factores de riesgo para las enfermedades isquémicas del corazón, como mala alimentación, sedentarismo, tabaquismo y alcoholismo

“En estos últimos años hemos trabajado sobre este nuevo problema de la salud pública. Ahora pasamos a la implementación con una fase de capacitación y educación, indica la Dra. Margarita Rodríguez, responsable del Programa.

La estrategia está dirigida a “cambiar un poco la mentalidad de la población, para mejorar lo que es alimentación, actividad física, dejar de fumar, ingerir alcohol”, explica.
Pero no esperan resultados inmediatos del plan preventivo. “No se verán en uno o dos años, sino en diez. Lo que sí es inmediato es para quienes ya tienen diabetes. Para este año, solo en medicamentos ya vamos a hacer las primera adquisición de casi $1 millón”.

Para el caso de personas sin seguro médico, el MSP está coordinando su gestión con un comité nacional para “poder cubrirlos de la manera más eficiente”, afirma.

Dolencia en menores

Menos casos de diabetes infantil

Si para un adulto sobrellevar su diabetes es duro, la que se presenta en niños y adolescentes, la de tipo I, es cruel. Toda su vida deberán inyectarse insulina por lo menos 2 veces al día, y pincharse el dedo como mínimo 4 veces diarias para controlar el nivel de azúcar en su sangre.

La Dra. Susana Parra, endocrinóloga pediatra en el hospital Roberto Gilbert, indica que el niño diabético es aquel que “tiene demasiada sed, orina a cada rato, en la cama, come pero no engorda, se lo ve demacrado, deshidratado”. También se da en menores de 30 años.

La enfermedad se da por la incapacidad del cuerpo para procesar la glucosa, debido a que el sistema inmune ataca a las propias células beta del páncreas, que producen la insulina. Debe haber un factor genético y un desencadenante (infección viral, toxinas), para que se desarrolle esta afección.

Si hay un mal control de la enfermedad, las complicaciones a corto plazo son “la cetoacidosis (falta absoluta o relativa de insulina) y la hipoglicemia (baja de azúcar). A largo plazo, nefropatías y retinopatías”, detalla.

Isabel Cavedo, de seis años, ilustra el caso. Fue ingresada en el Hospital Francisco de Icaza Bustamante con cetoacidosis. Esta condición puede ser mortal por los altos niveles de azúcar y cetonas en la sangre. Un examen de orina determinó su tipo de diabetes. Para Dayse Chusán, endocrinóloga pediatra en este hospital, lo más difícil es decirle a la familia que su hijo es un insulinodependiente.

El factor económico juega su rol, pues acarrea un gasto de “unos $ 65 en insulina al mes. Las jeringas, tiras reactivas, controles diarios de glucosa lo eleva a mínimo $ 80 mensuales”.

Declarada la enfermedad, “el niño y el familiar tienen que aprender a inyectar la insulina y a controlar la diabetes”, explica Parra. “Se les indica que los sitios de aplicación tienen que ser rotativos: brazo, piernita, nalga, alrededor del abdomen; antes del desayuno y la merienda”.

Hay básicamente dos tipos de insulina: la de acción rápida, que empieza a actuar una media hora después; y la de acción prolongada, cuyo efecto dura hasta 24 horas.

La frecuencia en la administración de insulina, su tipo y su dosis, se establece de manera individualizada. Depende del peso, talla y ocasión, pues “tienen que aumentarla cuando hay procesos infecciosos, o mermarla cuando, por ejemplo, van a hacer deporte, pues eso ayuda a bajar sus niveles de glicemia”.

El régimen alimenticio está repartido en tres comidas y dos colaciones, todo balanceado, nada de azúcar, salvo la sintética.

Para enseñar a los niños que hay otros como ellos, para que acepten su diabetes y orientar a los familiares, en el Roberto Gilbert se realizan reuniones trimestrales con los afectados.

Ambas endocrinólogas, las únicas especializadas en niños en Guayaquil y con tres décadas ejerciendo, afirman que ahora se empieza a ver diabetes tipo II en niños. Revisando su computadora, Parra informa que tienen 31 pacientes diabéticos: 28 insulinodependientes, y tres que padecen diabetes tipo II.