lunes, 14 de noviembre de 2011

Habrá 522 millones de diabéticos en 2030



La Federación Internacional calculó que uno de cada diez adultos padecerá la enfermedad. Apuntan a lavida sedentaria y la obesidad.

Las estimaciones de la FIA muestran un panorama poco alentador: una de cada diez personas padecerá diabetes en 2030, es decir, 522 millones, según un estudio de dicha entidad.

La cifra, calculada en base a factores como el envejecimiento y cambios demográficos, incluye los dos tipos de diabetes -el 1 y el 2-. No toma en cuenta la creciente obesidad y la vida sedentaria, que podrían potenciar el número de diabéticos.

De acuerdo con la Organización Mundial de Salud (OMS), existen en el mundo 346 millones de personas con diabetes, más del 80% de ellas en el llamado mundo en desarrollo. Según la FIA, en esos países, el crecimiento en 20 años será del 90 por ciento.

Además, la OMS advierte que la muerte por diabetes puede aumentar al doble para 2030 y coincide con los datos de la FIA.

"Es una cifra creíble, pero no podemos decir aún si es correcta o no", aclaró la jefa de la unidad de diabetes de la OMS, Gojka Roglic.

Roglic indicó que el proyectado aumento en los casos se debía más al envejecimiento de la población que a un aumento de la obesidad. La mayoría de los casos es del tipo 2, que afecta principalmente a las personas a partir de la edad mediana y está vinculado a aumentos de peso y vida sedentaria.

Por otro lado, en el Día Mundial de Diabetes, Roglic remarcó que un número importante de los casos futuros de diabetes son evitables. "Es preocupante, porque esas personas van a tener una enfermedad que es grave, debilitante y que acorta sus vidas, pero no tiene que suceder, si se toman las medidas adecuadas", resaltó.

jueves, 21 de julio de 2011

Tratamiento con incretinas de la diabetes 2

03 ENE 11 | Nuevos mecanismos terapéuticos
Tratamiento con incretinas de la diabetes 2
El tratamiento basado en las incretinas brinda una nueva dimensión a nuestra capacidad para tratar la diabetes tipo 2.

Dra. Laurence Kennedy
J Med Vol 76-Sup 5. Dec 2009

Pasó casi una década del siglo 21, y la epidemia mundial de diabetes—que se aceleró en la década de 1970—no muestra signos de desaceleración. Al mismo tiempo, las ideas sobre la diabetes mellitus tipo 1 y 2 (DMT2) han aumentado a un ritmo igualmente rápido.

A principios de la década de 1970, todavía no estaba claro si el control glucémico haría una gran diferencia en el largo plazo a favor del bienestar de las personas con diabetes, excepto para aliviar los síntomas de la hiperglucemia y disminuir el riesgo de cetoacidosis diabética o de a hiperglucémico hiperosmolar no cetónico. Se expresó la preocupación por la relación riesgo/beneficio de los fármacos antidiabéticos de manera que no hay nada nuevo bajo el sol!, expresa el autor de estos comentarios. Los fármacos disponibles en Estados Unidos se limitaron a la insulina y las sulfonilureas. El resto del mundo también tenía acceso a la metformina, pero, en verdad, su potencial fue subestimado hasta mucho más tarde.

Reconocimiento del valor del control glucémico

Fuera de este entorno de incertidumbre científica se realizaron dos ensayos clínicos que pusieron fin al debate sobre el valor del control de glucémico: el Diabetes Control and Complications Trial (DCCT) , para la diabetes tipo 1 y el United Kingdom Prospective Diabetes Study (UKPDS), para la diabetes tipo 2.

La realización de estos ensayos facilitó la demostración oportuna de la utilidad de la hemoglobina glicosilada (HbA1c) como una medida objetiva del control de la glucemia y la microalbuminuria como un marcador de nefropatía temprana.

Los informes finales de ambos estudios (DCCT y KPDS) publicados en la década de 1990 establecieron el papel del control glucémico en la reducción del riesgo de retinopatía, neuropatía y nefropatía, las complicaciones microvasculares de la diabetes. Además, el UKPDS demostró que en la diabetes tipo 2, el manejo de la hipertensión fue al menos tan importante como el control de la glucemia, con respecto a la reducción del riesgo de complicaciones microvasculares.

Ni el DCCT ni el UKPDS fueron diseñados para determinar inicialmente si el control glucémico era un factor de riesgo de enfermedad cardiovascular, sin embargo, la vigilancia a más largo plazo de las cohortes de pacientes ha dado sus frutos en este sentido. Los informes de ambos estudios han demostrado que los esfuerzos para el control precoz de la glucemia durante la evolución de la diabetes son recompensados muchos años más tarde por una disminución del riesgo de eventos cardiovasculares y muerte. Esto es cierto incluso cuando el excelente control glucémico logrado al principio no se mantiene en forma indefinida. También ha sido ampliamente comprobado que el manejo de la diabetes y la prevención de las enfermedad microvasculares y cardiovasculares como principales objetivos implica mucho más que una simple preocupación por el control glucémico.

Nuevas opciones terapéuticas

Coincidiendo con los estudios DCCT y UKPDS, en la década de 1970 también hubo avances considerables en el terreno terapéutico, con el desarrollo de nuevas clases de agentes antidiabéticos destinados al tratamiento de la diabetes tipo 2. Estos antidiabéticos incluyen las tiazolidinadionas (TZD), los inhibidores de la α-glucosidasa, los secretagogos de insulina no sulfonilurea (también conocidos como glinidas), y, más recientemente, los medicamentos a base de incretinas.

El comprensible entusiasmo por aprovechar estos nuevos medicamentos sin haber explorado hasta ahora sus vías y mecanismos es inevitable pero al mismo tiempo está equilibrado por el conocimiento de sus efectos adversos identificados o a veces imprevistos. Algunos de los efectos adversos asociados típicamente con los medicamentos antidiabéticos utilizados, antes de disponer del tratamiento con incretinas, son la hipoglucemia, el aumento de peso y la retención de líquido; todos estos efectos son percibidos como capaces de aumentar el riesgo del mismo problema que estamos tratando de evitar: la morbilidad y la mortalidad cardiovascular en la diabetes.

Tal es la preocupación acerca de este riesgo—identificado, con razón o sin ella, en el polémico metaanálisis de ensayos clínicos sobre la rosiglitazona—que la Food and Drug Administration de Estados Unidos ahora requiere nuevas normas para los fármacos antidiabéticos: no solo deben ser efectivos parra el control de la glucemia sino que también deben mostrar que no aumentan el riesgo cardiovascular. La exigencia debe ser cumplimentada a través de estudios científicos previos a la aprobación, seguidos de estudios poscomercialización, para demostrar la ausencia de riesgo cardiovascular

Por su modo de acción, las incretinas no influyen en el peso corporal o promueven la pérdida de peso, y tienen poca probabilidad de provocar hipoglucemia, y, como se muestra hasta ahora, no se relacionan con la retención de líquido y el mayor riesgo de insuficiencia cardíaca. Sin embargo, la vigilancia continua respecto del riesgo cardiovascular será importante para los nuevos tratamientos con incretinas.

La función de las células ß sigue siendo un desafío

Otro aspecto de la DMT2 destacado por el estudio UKPDS es el grado de pérdida de la función de las células ß pancreáticas (generalmente alrededor del 50% o más en el momento del diagnóstico clínico), y la constante disminución posterior de la función. Esto, tanto como la fatiga comprensible respecto de la modificación del estilo de vida que deben experimentar los seres humanos, dan cuenta del fracaso frecuente de la monoterapia con antidiabéticos orales o la terapia dual para mantener el control satisfactorio de la glucemia a lo largo de los años. El alivio de la hiperglucemia por cualquier medio en el momento del diagnóstico, conduce generalmente a una mejoría temporal en la función de células beta, pero la posibilidad de frenar o incluso de invertir a largo plazo su disminución ha sido un objetivo terapéutico difícil de alcanzar.

Aunque la evaluación cuantitativa directa de la función de las células beta pancreáticas en el ser humano es difícil en la práctica habitual o fuera de los protocolos de investigación, un ensayo aleatorizado que comparó diferentes monoterapias para la diabetes tipo 2 mostró que durante varios años, el aumento de la HbA1c fue más gradual con la rosiglitazona que con la glibenclamida o la metformina, lo que sugiere que, al menos comparativamente con la metformina y las sulfonilureas, las TZD pueden tener algunos beneficios a más largo plazo, respecto de la función de las células beta.

Los tratamientos basados en la incretina pueden ayudar a preservar o mejorar la función de las células ß, según surge de estudios en animales pero demostrar que lo mismo sucede en los seres humanos será mucho más difícil. Un estudio aleatorizado reciente en pacientes con diabetes tipo 2 que ya están tomando metformina demostró que el agregado de exenatida durante 1 año dio como resultado una mejoría en la función de las células ß, evaluada por la respuesta del péptido C a la glucosa y la arginina durante un combinado de hiperinsulinemia-euglucemia y el procedimiento de clampeo hiperglucémico. La mejora fue evidente en comparación con la función basal y la de los pacientes elegidos al azar para recibir la insulina glargina, además de la metformina, durante un año. Sin embargo, 4 semanas después se interrumpió la administración la exenatida y de insulina glargina, debido a que la función de las células ß pancreáticas había vuelto al nivel de pre-tratamiento y no se hallaron diferencias significativas en los dos grupos de pacientes. Por otra parte, 3 meses después de la interrupción del tratamiento, los niveles de HbA1c habían disminuido durante el año en igual medida en ambos grupos de pacientes y habían vuelto a los niveles previos al tratamiento. Los investigadores reconocieron que en su estudio era imposible discriminar entre los efectos agudos y a largo plazo de la exenatida sobre la función de células ß. Así que, en opinión del autor de este artículo editorial, todavía persiste el reto de demostrar que efectos significativos a largo plazo tienen las incretinas sobre la función de células ß. “Dicho esto,” dice el autor, “no hay duda de que el tratamiento basado en las incretinas brinda una nueva dimensión a nuestra capacidad para tratar la diabetes.”

♦ Traducción: Dra. Marta Papponetti. Esp. Medicina Interna

Referencias

1. The Diabetes Control and Complications Trial Research Group. The effect of intensive treatment of diabetes on the development and progression of long-term complications in insulin-dependent diabetes mellitus. N Engl J Med 1993; 329:977–986.
2. UK Prospective Diabetes Study (UKPDS) Group. Intensive blood-glucose control with sulphonylureas or insulin compared with conventional treatment and risk of complications in patients with type 2 diabetes (UKPDS 33). Lancet 1998; 352:837–853.
3. UK Prospective Diabetes Study (UKPDS) Group. Effect of intensive blood-glucose control with metformin on complications in overweight patients with type 2 diabetes (UKPDS 34). Lancet 1998; 352:854–865.
4. Nathan DM, Cleary PA, Backlund JY, et al. Intensive diabetes treatment and cardiovascular disease in patients with type 1 diabetes. N Engl J Med 2005; 353:2643–2653.
5. Holman RR, Paul SK, Bethel MA, Matthews DR, Neil HA. 10-year follow-up of intensive glucose control in type 2 diabetes. N Engl J Med 2008; 359:1577–1589.
6. Nissen SE, Wolski K. Effect of rosiglitazone on the risk of myocardial infarction and death from cardiovascular causes. N Engl J Med 2007; 356:2457–2471.
7. UK Prospective Diabetes Study Group. UK prospective diabetes study 16: overview of 6 years’ therapy of type II diabetes: a progressive disease. Diabetes 1995; 44:1249–1258.
8. Kahn SE, Haffner SM, Heise MA, et al. Glycemic durability of rosiglitazone, metformin, or glyburide monotherapy. N Engl J Med 2006; 355:2427–2443.
9. Baggio LL, Drucker DJ. Biology of incretins: GLP-1 and GIP. Gastro enterology 2007; 132:2131–2157.
10. Bunck MC, Diamant M, Cornér A, et al. One-year treatment with exenatide improves beta-cell function, compared with insulin glargine, in metformin-treated type 2 diabetes patients: a randomized, controlled trial. Diabetes Care 2009; 32:762–768.

Que es la Diabetes de tipo 2 ?


El diagnóstico de la diabetes tipo 2 es cada vez más común en niños y adolescentes xestadounidenses, especialmente en quienes son obesos. Algunos estudios muestran que entre el 8 y 45% de los niños que han sido recientemente diagnosticados con diabetes tienen el tipo conocido como 2, dependiendo de la situación geográfica y el grupo racial/étnico.

La diabetes es una condición crónica que necesita atención cuidadosa, pero con algo de conocimiento práctico, usted puede hacer que su hijo sea su aliado más importante para aprender a vivir con la enfermedad.

¿Qué es la diabetes?

La diabetes es una enfermedad que afecta el modo en que el cuerpo humano usa la glucosa, forma principal de azúcar en la sangre. La glucosa proviene de los alimentos que consumimos y es la mayor fuente de energía necesaria para desarrollar las funciones del cuerpo humano.

Después de que usted consume una comida, su organismo desmenuza los alimentos y los transforma en glucosa y otros nutrientes que son absorbidos en el flujo sanguíneo desde el tracto gastrointestinal. El nivel de glucosa en la sangre sube después de una comida y pone en funcionamiento al páncreas que genera la hormona insulina y la libera en el flujo sanguíneo. Pero en las personas con diabetes, el cuerpo está impedido de producir o reaccionar a la insulina adecuadamente.

La insulina trabaja como una llave que abre las puertas de las células y permite el ingreso de la glucosa. Sin la insulina, la glucosa no puede llegar hasta las células (las puertas permanecen "cerradas" y no hay una llave para abrirlas) de manera que se queda en el flujo sanguíneo. Como resultado, el nivel de azúcar en la sangre alcanza niveles más altos que lo normal. Los niveles elevados de azúcar representan un problema porque pueden provocar varias complicaciones de salud.

miércoles, 29 de junio de 2011

La diabetes tipo 2 puede combatirse con una dieta de 600 calorías


29-06-2011 15:23

La diabetes del tipo 2 puede eliminarse en solo siete días con una dieta diaria de 600 calorías, según un científico de la Universidad de Newcastle.

El profesor Roy Taylor, director del centro de resonancia magnética de esa Universidad inglesa, sometió durante ocho semanas a once voluntarios a los que se había diagnosticado recientemente la enfermedad a una dieta extrema de bebidas especialmente formuladas y verduras sin almidón.

Después de una semana, los niveles de azúcar en la sangre antes del desayuno habían vuelto a la normalidad, lo que indicaba que el páncreas y el hígado estaban funcionando normalmente.

Al cabo de ocho semanas, todos los voluntarios habían conseguido eliminar su diabetes, y tres meses después, siete de ellos seguían libres de la enfermedad.

Según Taylor, que presenta este fin de semana su descubrimiento en una conferencia de la Asociación Americana contra la Diabetes en San Diego (California, EEUU) un exceso de grasa obstaculiza el funcionamiento del páncreas a nivel celular e impide la normal secreción de insulina que regula el azúcar en la sangre.

Cuando, gracias a esa dieta especial se elimina la grasa, el órgano en cuestión recupera su normal funcionamiento.

Hasta fecha reciente se creía que la diabetes tipo 2, la más usual, era irreversible, pero el científico británico afirma haber demostrado que puede invertirse ese proceso.

La idea de someter a los diabéticos a esa dieta le vino al comprobar que en los pacientes sometidos a un bypass gástrico solía desaparecer la diabetes de ese tipo.

Muchos creían que ello se debía a que la intervención quirúrgica afectaba a las hormonas del intestino, lo que tenía un impacto derivado en el páncreas.

Sin embargo, el profesor Taylor aventuró la hipótesis de que ello podía deberse a que la cirugía obligaba a los enfermos a una estricta limitación dietética.

Según el científico, los escáneres MRI efectuados a los voluntarios mostraron que la proporción de grasa en sus páncreas cayó de un 8 a un 6 % en las ocho semanas del experimento.



Fuente: ANDES